Fechar exactamente el momento en que se creó la primera bola de nieve es una tarea confusa pero parece que hay un consenso generalizado de que las primeras se realizaron en Francia a principios del siglo XIX.

Parece ser que aparecieron como sucesores de los pisapapeles de cristal que eran muy populares en las décadas anteriores. Las bolas de nieve aparecieron de una manera generalizada en la Exposición Universal de París y un año siguiente por lo menos existían cinco empresas que producían estos objetos y se vendían por todo oro para.

 

A raíz de la citada exposición se hizo popular como objeto de recuerdo una bola de nieve que contenía en su interior una reproducción de la torre Eiffel y se convirtió rápidamente en el objeto favorito para los asistentes a dicha exposición. Posteriormente se hicieron conocidas en Inglaterra durante la época victoriana desde donde pasaron a los Estados Unidos donde se patentaron y se convirtieron en un objeto popular de regalo del coleccionismo.

En los años 40 se utilizaron a menudo en Estados Unidos como soporte publicitario y en Europa principalmente adornadas con motivos religiosos eran un regalo común para los niños. En todos estos años las bolas estaban realizadas en cristal y posteriormente con la invención del plástico este material incluido en algunos casos al vidrio.

 

Existen distintos materiales en los que se han realizado estos objetos de colección, las primeras se realizaban con una bola de cristal de plomo, sobre una base, con una figura o composición realizada en cerámica, que posteriormente se rellenaba de agua y después se sellaba, la nieve se creaba por medio de virutas de hueso, polvo de porcelana, arena incluso de serrín.

Posteriormente cuando su fabricación se volvió más sofisticada se realizó en un cristal más fino, y con bases de baquelita en un principio, plástico y/o resinas y la nieve se llegó a realizar con partículas de pan de oro o de jabón insoluble al agua y contenido de glicol y glicerina que retardaban por su densidad, la caída de las escamas.

Actualmente se fabrican también como cajas de música, con piezas móviles luces e incluso con motorización para hacer mover la nieve sin necesidad de voltear el globo. Todo ello ha convertido a las bolas de nieve en motivo de culto y coleccionismo dado su amplísimo y multitudinario espectro de temas, recuerdos, películas etc. convirtiendo las colecciones en verdaderos hobbys tanto de adultos como en niños en todo el mundo.